31 de agosto de 2008

Disfrutar del sol saludablemente (Notifé 78 -setiembre - octubre 2008)





La llegada de la primavera hace que tengamos que tener en cuenta la incidencia de los rayos solares en nuestra piel

Por el Prof. Dr. Miguel A. Allevato

En la prehistoria, acuciado por las inclemencias climáticas, aprendió las bondades del sol que en sucesivas civilizaciones, llego hasta la categoría de Dios. Durante la Edad Media y su “oscurantismo”, los beneficios del sol sólo eran reconocidos por Judíos y Musulmanes. Recién a fines del 1800 se empezó a divulgar la acción terapéutica del sol en diversas enfermedades y como favorecedor de la formación de vitamina D, beneficiosa para la salud de los huesos.
Pero con los años, el abuso de la exposición solar y los problemas generados en la piel como consecuencia del exceso, movilizaron a la ciencia y las conciencias. Desde entonces, cada temporada, avanzada la primavera, los medios de comunicación dedican un espacio a las reflexiones, recomendaciones y advertencias relacionadas con la exposición al sol, con el objeto de lograr un equilibrio, una relación sana entre el sol y las personas.
Se sabe que las personas que se exponen demasiado al sol son quienes en realidad están en riesgo de desarrollar signos de envejecimiento prematuro de la piel, cáncer de piel y hasta enfermedades oculares, además de debilitamiento de las defensas del organismo contra las infecciones.
Estos daños están estrechamente vinculados a la frecuencia de la exposición y la radiación acumulada a lo largo del tiempo.
La piel tiene mecanismos naturales para defenderse del sol. Estos son el grosor de la capa más externa de la piel, el sudor y el más conocido por todos, la formación de melanina –el pigmento que produce el bronceado-.
No todas las pieles responden igual bajo el sol. En un extremo están las personas que se enrojecen siempre y nunca se broncean, u en el otro aquellas que lucen un aspecto bronceado permanente; en el intermedio está la mayoría de la población Argentina que “se pone colorada” y luego se broncea pero, puede “quemarse”. El bronceado no es una relación estética del organismo, sino protectora.

Los rayos solares
El espectro de luz del Sol que llega a la tierra está formada básicamente por radiación infrarroja que no vemos; radiación visible (la luz, tal y como la ve el ojo humano) y radiación ultravioleta. La radiación ultravioleta –rayos UV- es responsable directa de los efectos de enrojecimiento y bronceado.
Se conocen dos tipos de rayos UV. Los UVA producen bronceado y tienen la capacidad de penetrar profundamente la piel, causando a largo plazo fenómenos destructivos como fotoenvejecimiento y cáncer. Los rayos UVB son los que causan el enrojecimiento de la piel inmediatamente después de la exposición y que, en casos de exposición intensa, producen inflamación y destrucción celular con ampollas y, posteriormente, descamación (cuando la piel se pela).
Las consecuencias de la exposición al sol no solo son instantáneas. Las agresiones son acumulativas y se suman en el tiempo, por lo que sus efectos se multiplican pasados 10 o 15 años.

El daño que las radiaciones UV pueden producir depende de varios factores:
-La radiación reflejada por el suelo: el césped, la tierra y el agua reflejan menos de un 10% de la radiación UV incidente. Pero la nieve recién caída refleja casi un 80%, y la arena un 10% y un 15%.
-La incidencia de los rayos solares sobre la Tierra: cuando el sol está perpendicularmente a la atmósfera – al mediodía- su radiación penetra mejor, lo mismo sucede en zonas de mayor altitud.
-El tipo de piel: se han clasificado las pieles según el color y su respuesta a la exposición solar.
-La edad: cuantos más joven es una persona mayor es el riesgo. Los menores de tres años son los más vulnerables, ya que su sistema inmunológico y su mecanismo termorregulador no están todavía bien consolidados.
-Fotosensibilidad: Algunos medicamentos y determinados productos de belleza contienen agentes fotoreactivos o fotosensibilizantes, capaces de producir a alergias o reacciones de toxicidad si se toma el sol mientras se consumen. También ciertas enfermedades aumentan la sensibilidad a los rayos UV. Estas reacciones pueden ser leves urticarias pero, también, alcanzar niveles de gravedad que requieran internacion.

¿Cómo reducir la exposición a las radiaciones ultravioletas del sol?
-Mediante el uso de prendas de vestir adecuadas (telas de trama cerrada) y de sombreros de ala ancha.
-Aplicando cremas de protección solar de amplio espectro (UVB y UVA).
-Usando anteojos con cristales que absorban la radiación ultravioleta.
-Reduciendo el tiempo total de permanencia bajo el sol.
-Evitando la exposición en horas del mediodía en las que los rayos inciden con mayor perpendicularidad. Si no tiene reloj, de pie, observe su sombra: Si la sombra es más pequeña que su estatura no es conveniente exponerse, si la sombra es más larga que su estatura entonces la exposición es menos riesgosa.

Consideraciones importantes
-Las nubes no detienen el pasaje de los rayos UV. Es decir que si está nublado el daño de los rayos solares es igual al de un día despejado.
-Si está recibiendo algún tipo de medicamento (Diuréticos, Antibióticos, amiodarona) pregunte a su médico si puede exponerse al sol.
-Algunos cosméticos (maquillajes, perfumes, jabones) contienen productos fotosensibilizantes. Asegúrese de que su piel se halle libre de estos productos antes de exponerse al sol.
-No utilice bronceadores caseros, pueden ser fotosensibilizantes y ocasionar severas quemaduras.
-Algunas tintas empleadas en tatuajes semipermanentes (henna) pueden desencadenar reacciones de fotosensibilizacion.
-El uso de productos fotoprotectores no concede libertad absoluta de exposición. Los fotoprotectores complementan otras medidas de cuidado.

¿Qué se debe tener en cuenta a la hora de elegir un protector solar?
1- El espectro de acción: siempre se deben elegir los productos que protegen contra UVA y UVB acción
2- El factor protección solar (FPS) del producto recomendado. El FPS es un numero que surge de la cantidad de UVB a la que debe exponerse el cuerpo para enrojecerse.
Un FPS de 15 significa que, sin protección, se necesita una exposición de 10 minutos para enrojecer y, con fotoprotección se extiende a 150 minutos. Pero el grado de protección no es proporcional al numero de factor de protección: La diferencia entre un FPS 30 y un FPS 60 es tan solo de un 10%. Además el FPS solo se refiere a la protección contra los UVB no orienta acerca del grado de protección contra los UVA
3- La calidad de la protección: Son mejores los productos que combinan acción física –actúan como una barrera mecánica impidiendo el pasaje de los rayos solares-, y química –producen reacciones que trasforman las radiaciones reduciendo su agresividad.
4- La resistencia al agua, es decir el tiempo que determinado producto conserva su capacidad de fotoprotección en el agua. Los productos resistentes al agua “Water Resistant” conservan la efectividad del FPS por 80 minutos a partir del momento de inmersión.

¿Cómo usarlos?
1- Media hora antes de la exposición, en casa, nunca en la playa o en la piscina.
2- Sobre la piel bien seca
3- En cantidades generosas
4- Reaplicarlo cada dos horas y siempre después de sumergirse en el agua

Sol e infancia
El 23% de la exposición total se adquiere durante la infancia. Uno o dos episodios de quemadura solar con ampollas antes de los 18 años duplican el riesgo de melanoma en la edad adulta. Es por eso que hay que proteger del sol a los más pequeños. La vida al aire libre es saludable si evitamos que los rayos del sol lleguen a ser dañinos para la piel.

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