6 de septiembre de 2011

Arte del filete porteño

 
En diciembre cumpliría 100 años el artista León Untroib, uno de los cultores más exquisitos del
filete porteño. Gregorio Plotnicki, coleccionista y director del Museo Manoblanca, lo recuerda
junto a Carlos Acquisto, fileteador de la nueva generación.

Pocas ciudades en el mundo tienen un arte característico, propio, como lo es en Buenos Aires el filete porteño, arte popular que nació a principios del siglo XX. Como en el caso del tango, este estilo de pintura decorativa comenzó espontáneamente y sus creadores fueron inmigrantes italianos. Gregorio Plotnicki, que en diciembre cumple treinta años como socio de Femédica, se define como un coleccionista interesado en todo lo relacionado a la ciudad de Buenos Aires, pero específicamente en el barrio de Pompeya. “Un barrio chico, que no tiene muchos artistas,–sostiene– “pero sí al poeta Homero Manzi. Él le dedicó el tango Manoblanca a esta esquina de Centenera y Tabaré. Lo escribió en 1939 y mi papá compró esta casa en 1945. Cuando comencé a leer la historia de este lugar, me dije que tenía que ha c e r algo importante, e hice este pequeño gran museo.”

Hoy el Museo Manoblanca cobija objetos y obra de distintos artistas de Buenos Aires, entre los que se destacan los fileteadores, y entre ellos, la obra de León Untroib. “Él nació el 25 de diciembre de 1911 en Ostrog, Polonia – afirma Plotnicky – “a los once años su familia se muda a Buenos Aires, donde comienza a ganarse la vida a los quince fileteando carros y camiones. Después comienza a pintar cuadros, pero siempre vivió del fileteado”.
 


                                                              Gregorio Plotnicki

¿Cómo conoció a León Untroib?

Gregorio Plotnicki: En la feria de San Telmo. Él ponía sus obras en un árbol de la plaza Dorrego, ahí lo conocí y le encargué los cuadros fileteados de Homero Manzi y Julián Centeya. Luego le encargué los demás, el de Carlos Gardel, Edmundo Rivero, Osvaldo Pugliese, Aníbal Troilo, Julio de Caro y el de Benito Quinquela Martín, entre otros. Luego los de Horacio Ferrer, Ben Molar y el último cuadro que le encargo es el de Tita Merello, pero no llegó a terminarlo, faltó el retrato, porque en ese tiempo León Untroib muere. El retrato en ese cuadro lo termina haciendo Carlos Acquisto.


               León Untroib

¿En qué se destacan los fileteados de León Untroib?
Carlos Acquisto: La combinación de colores en Untroib es especial, porque dentro del mismo ornato tiene varios colores. León aplicaba todo el conocimiento que tenía sobre la pintura en el fileteado. Sus retratos tienen detalles que sólo los pintores experimentados saben hacer. Más que particular, el trabajo de León Untroib es único.


¿Cómo fueron los comienzos del filete porteño?
Carlos Acquisto: El fileteado comenzó a hacerse a principios del siglo pasado. Antiguamente se utilizaban los carros a caballo para transportar alimentos y todos estaban pintados de un gris llamado municipal. A dos chicos que se dedicaban a pintar carros, Vicente Brunetti y Cecilio Pascarella, de 10 y 13 años respectivamente, un día se les ocurrió pintarles un toque de rojo en los bordes, como para darle un poco de alegría al trabajo. El éxito entre la clientela hace que se empiecen a decorar los carros. A medida que fue pasando el tiempo, a los elementos tradicionales del fileteado como las hojas de acanto, las flores y los dragones, se le fueron agregando frases, escudos de fútbol e imágenes de la Virgen de Luján.

¿Cómo fue cambiando con el tiempo?
Carlos Acquisto: Cuando comienza a desaparecer el carro porque se prohíbe la tracción a sangre, aparecen los primeros camiones. El filete se adaptó al camión y no sólo eso sino que creció. Allí pareció una segunda camada de fileteadores como Carlos Carboni, Ricardo Gómez y León Untroib. Después del camión siguió el colectivo, hasta que a partir del año 1975 una ordenanza municipal prohíbe el filete en este transporte. Con la prohibición el fileteado estuvo a punto de desaparecer, pero son los hermanos Arce y León Untroib los que llevan el estilo del filete a los cuadros, en lo que se llama pintura de caballete. Ya en 1970 el pintor Nicolás Rubió y su mujer Esther Barugel, organizan la primera exposición de fileteado porteño en una galería de arte con mucho éxito. Luego comenzó a utilizarse en marquesinas de negocios, tapas de discos y libros. El filete renació últimamente vinculado al tango y al arribo del turismo internacional. Cada fileteador tiene su estilo. Lo que se ve ahora es la incursión de la mujer en el fileteado, que antiguamente estaba reservado sólo a los hombres.                                                                                                  
                                                                                                                            Carlos Acquisto

¿Se valora el trabajo de los fileteadores?
Gregorio Plotnicki: Hay artistas que están bien cotizados, pero muchas obras del filete terminaron en la basura. Esto es no tener consciencia ni memoria, porque no se valora el patrimonio histórico de nuestra ciudad. Lamentablemente la familia de Untroib tampoco supo entender la obra que él dejó. Muchos trabajos de él desaparecieron. Por ejemplo el cuadro de la estación Sáenz, un piano y una guitarra, ambos fileteados que él tenía en su casa.

¿En qué se inspiran los fileteadores?
Carlos Acquisto: Los fileteadores generalmente se inspiran en la decoración de los edificios de la ciudad de Buenos Aires. El filete es un arte que se nutre de su arquitectura. Existe un edificio que es muy emblemático para nosotros, que es el del teatro Cervantes, en Córdoba y Libertad (Nota del R: Hoy lamentablemente su fachada está en completo descuido). Casi todos los elementos que se utilizan    en  el fileteado provienen del arte barroco. El elemento decorativo principal son las hojas de acanto, que se encuentran en los capiteles de las columnas, las ménsulas de los balcones y las rejas de las ventanas. Este elemento decorativo se viene utilizando desde hace 500 años. Luego el filete incorporó otros elementos, como las flores, los dragones, las aves fantásticas, los cuernos de la abundancia y la bandera argentina, entre otros. Cada elemento decorativo tiene su significado, los dragones son la fuerza, las flores la belleza, los pájaros la libertad y las banderas el patriotismo.


 “Como soy hincha de San Lorenzo, un día voy a la casa de León y le propongo que me haga un cuadro fileteado de un partido de fútbol entre Huracán y San Lorenzo. Él aceptó, con la condición
de reemplazar a Huracán por Racing, cuadro del que era hincha. Y bueno, hacémelo, le
dije”. Gregorio Plotnicki.

Museo Manoblanca, Tabaré 1371, ciudad de Buenos Aires. Tel: 4918 9448

No hay comentarios.:

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails