8 de julio de 2010

10 alimentos para el invierno (Notifé 87, julio-agosto de 2010)



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La exposición al frío pone a prueba nuestro sistema inmune. Qué debería contener una dieta para fortalecer las defensas en invierno


El sistema inmune tiene muchas estrategias para enfrentar las infecciones y los antioxidantes se convierten en una importante arma de defensa y control, siendo uno de los elementos clave que necesita el cuerpo para defenderse de los ataques de los virus o bacterias.
Una alimentación que permita fortalecer el sistema inmune debería tener una buena cantidad de fibra además de las vitaminas esenciales. En invierno estamos más propensos a los resfríos y a los trastornos respiratorios y el déficit de vitamina C reduce la resistencia a las infecciones, lo que puede comprometer nuestra salud durante días. Los siguientes son diez alimentos que ayudan a fortalecer el sistema inmune para mantener alejadas a las enfermedades más comunes de esta época.

1. Naranjas: Un vaso de jugo de naranja cubre las necesidades diarias de vitamina
C y es la fruta habitual con mayor contenido en ácido ascórbico, dos vitaminas claves para mantener las defensas. Esta vitamina, presente también en otros cítricos como las mandarinas o los pomelos, estimula el sistema inmune. También tiene un considerable contenido de betacaroteno, que no sólo le confiere su color anaranjado, sino también propiedades antioxidantes. El consumo de naranjas además favorece la absorción del hierro que aportan otros alimentos que ingerimos. Se recomienda, al menos, consumir una naranja por día para aprovechar sus beneficios a la salud.

2. Acelgas: Aportan cantidades similares a la espinaca de magnesio, potasio, calcio, sodio, vitamina C, folatos y hierro. Los folatos intervienen en la producción de glóbulos rojos y blancos, en la síntesis del material genético y en la formación de anticuerpos del sistema inmunológico. Una buena idea es alternar espinacas y acelgas en la dieta.

3. Limón: Es la fruta que proporciona más miligramos de vitamina C por caloría. También tiene propiedades antisépticas y bactericidas que ayudan a prevenir y combatir las infecciones. Por estas propiedades es recomendable en invierno usar su jugo para aderezar ensaladas.

4. Puerro: Esta verdura se destaca por su alto contenido en vitamina C, B6, ácido fólico (una porción de 200 gramos de puerros cocidos aportan el 70% de las necesidades diarias), potasio, calcio y hierro. Es además una buena fuente de fibra y una ayuda para despejar las vías respiratorias.

5. Espinacas: La fuente de energía del famoso dibujito animado Popeye el marino, es una de las verduras con mayor cantidad de vitamina A, C, B6, B2, ácido fólico y entre los minerales magnesio, potasio, zinc y hierro. Es una de las mejores fuentes de vitaminas antioxidantes.

6. Repollo: En crudo tiene más vitamina C que la naranja. Es una buena fuente también de ácido fólico, potasio, hierro, fibra y, sobre todo, de vitamina K, de función antihemorrágica. Esta verdura también es rica en azufre, considerado un potente antioxidante que ayuda a prevenir enfermedades.



7. Avena: Es uno de los cereales más completos gracias a su excelente aporte de fibra, minerales y vitaminas del complejo B. Estas últimas favorecen la producción de anticuerpos. Una vez en el organismo, el betacaroteno presente en la avena se transforma en vitamina A, la cual es necesaria para mantener en buen estado la piel y las mucosas. La avena aporta 335 calorías por cada 100 gramos, 12 g de proteínas, 60 gramos de hidratos de carbono, 6 gramos de fibra, 7,1 gramos de grasas, 79,6 mg de calcio, 5,8 mg de hierro y 0,52 mg de tiamina.

8. Lentejas: Otro alimento a la vez económico y nutritivo. Al igual que la avena, es rico en vitaminas del complejo B, fibra y minerales. Es recomendable incluirlas 2 veces por semana en la dieta. Pueden mezclarse con arroz para mejorar la cantidad de proteínas.

9. Nueces: La mayor parte de sus calorías provienen de grasas saludables, entre las que se destacan las grasas insaturadas (que ayudan contra el colesterol malo) y un gran contenido de ácidos grasos esenciales omega-6 y 3. Se recomienda para esta época del año el hábito de comer una o dos nueces al día.

10. Agua: Es la base de toda dieta saludable. Nos acordamos más de ella en el verano porque el calor favorece la deshidratación, pero beber agua en invierno es esencial para fluidificar la mucosidad y eliminar toxinas, además de compensar la pérdida de agua en casos de fiebre. Teniendo en cuenta que nuestro cuerpo está compuesto casi en un 80 por ciento de agua, lo ideal es tomar entre dos y dos litros y medio de agua al día.

El estrés y el sistema inmune
Una alimentación variada es la mejor estrategia para enfrentar el invierno, pero para evitar las enfermedades de esta estación es también importante disminuir los niveles de estrés y no fumar. El estrés puede bajar las defensas de manera notable, y cuando las situaciones estresantes se prolongan en el tiempo puede producir efectos devastadores en el sistema inmunológico (inmunosupresión). Entonces, para pasar el invierno sin mayores sobresaltos, ante todo mucha calma y una buena dieta.

7 de julio de 2010

Espacio para nuestros lectores


Título: Poderoso el chiquitin...

Autor: Claudio Pucheu

Año: 2010

Comentario: No siempre el más grande es el más fuerte o adecuado, como vemos en la foto, este enorme carguero necesita de la fuerza y habilidad del pequeño remolcador para entrar a puerto.


Saludos Claudio

5 de mayo de 2010

Bicentenario (Notifé 86, mayo-junio de 2010)


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Bicentenario


La salud en la Revolución


Cómo era el sistema de salud hace doscientos años. Los inicios de la medicina en Argentina y la sociedad de la época


Durante los siglos XVII y XVIII, los hospitales no estaban bien vistos para el común de las personas, pues los consideraban albergues destinados a aislar a los enfermos contagiosos, a los dementes y a los indigentes. Los enfermos en general eran tratados de sus dolencias y curaban o morían en sus propias casas. Nacer era algo complicado, los partos tenían muchos peligros para la parturienta y los recién nacidos, y de ellos se encargaban las comadronas.

La fundación de hospitales se debió en unos casos a donaciones particulares o a la acción del Cabildo o la Audiencia. Los de mayor importancia fueron fundaciones reales, pero los más numerosos tuvieron un origen religioso.

El Cabildo se ocupaba de cada aspecto de la vida de las ciudades y villas coloniales. Mientras Buenos Aires no contó con Protomedicato, el Cabildo intervenía directamente en los trámites necesarios para dar validez a los títulos y antecedentes, presentados por médicos, cirujanos, boticarios, sangradores y permitir el ejercicio de su profesión.

La práctica de la medicina y la defensa de la sanidad pública en el Virreinato del Río de la Plata dependieron luego del Protomedicato de Lima, que tenía una delegación en Buenos Aires a cargo de un Teniente de Protomédico. El Protomedicato era una vieja institución española cuyos orígenes se remontan al Medioevo. Sus atribuciones eran amplias en cuanto a la dirección de la política sanitaria y el control del ejercicio profesional, y por ello se dividía en varias secciones, según se ocupara de la salud de la población (Promedicato), de los medicamentos (Protoboticariato), del control de los veterinarios (Protoalbeitarato) o de los peluqueros o barberos (Protobarberato).

En los hospitales se atendía gratuitamente a los más pobres y se cobraba al resto de la población según su grupo social. La medicina que se brindaba era igualitaria pero variaba el arancel que se pagaba, según se tratara de esclavos, soldados, oficiales o comerciantes.

En 1802 la ciudad de Buenos Aires contó con escuela médica, al iniciarse los cursos de la Escuela de Medicina del Protomedicato. Ésta tuvo como máxima figura al Dr. Miguel O´Gorman, médico irlandés quien introdujo la vacunación antivariólica al mismo tiempo que esto ocurría en la Francia de Napoleón.

Al producirse la primera invasión inglesa, los alumnos de la Escuela de Medicina prestaron un valioso aporte a los hospitales ambulantes o llamados de sangre, que se situaban a veces en el mismo campo de batalla para atender a los heridos caídos en combate.

La Buenos Aires de 1810 tenía alrededor de 40 mil habitantes. No existían las cloacas ni el agua potable y los cementerios estaban reservados para los más pudientes. El Protomedicato y la administración de los hospitales trascendieron el período colonial y la Revolución de Mayo, y fueron la base de las estructuras sanitarias surgidas con la organización nacional.


¿Qué médicos fueron protagonistas de la Revolución de Mayo de 1810?

Cuatro profesionales médicos actuaron con entusiasmo revolucionario en el Cabildo Abierto del día 22 de mayo de 1810: los doctores Cosme Argerich, Agustín Fabre, Bernardo Nogué y Justo García Valdés. Los profesores Argerich y Fabre eran quienes se desempeñaban como médicos del Hospital de los Bethlemitas y del Hospital de Mujeres; juntos participaron de la primera escuela de medicina del Protomedicato junto al Dr. O´Gorman.

A partir de la revolución de Mayo de 1810, científicos, profesores y letrados fueron contratados en el exterior para impulsar la evolución cultural del naciente país. Así surgen instituciones del orden de la medicina, como el Instituto Médico (1812) que pasará a ser más adelante el Instituto Médico Militar (1815), la Universidad (1821), la Escuela de Medicina (1821), y para culminar este período la creación de la Academia de Medicina (1822).

Nuestros primeros médicos se integraron con el destino de los ejércitos revolucionarios y en muchas ocasiones desempeñaron ellos mismos tareas militares. El 16 de junio de 1810 la Junta designaba como cirujano 1° y médico del primer ejército criollo que salía de campaña, a los doctores Juan Madera y Manuel Casal.

El 22 de septiembre de 1810, Mariano Vico fue nombrado cirujano de la expedición al Paraguay. Desencadenadas las primeras batallas por la Independencia, la escasez de médicos militares fue tan grande, que hubo que contratar los servicios de profesionales extranjeros y también recibir la ayuda de los padres Betlehemitas, orden que al ocuparse de la salud poseía muchos miembros con adelantados conocimientos en medicina.

El general Belgrano solicitó varias veces a la Junta el envío de cirujanos y toda clase de elementos de sanidad para su ejército. El mismo reclamo fue emitidopor Balcarce, Artigas, Benavides y Rondeau. Todos reclamaban lo mismo: cirujanos y elementos de sanidad, ya que sin ellos perdían innumerables vidas en las guerras por la Independencia.

¿Cuáles eran los platos favoritos de la época?

Las comidas más comunes eran la sopa de arroz y la de fideos, el asado, el matambre, el puchero, diversos guisos, las albóndigas, el estofado, el locro, las empanadas y los zapallitos rellenos.

La carbonada es otra de las comidas típicas de la época colonial, pero su origen es belga (carbonnade). Se trata de un guiso de carne realizado dentro de un gran zapallo, al que se le agrega maíz. En su país de origen, lleva cebolla y cerveza.

Los postres eran los bocadillos de papa o batata, la cuajada, las frutas, la natilla (plato de origen español a base de huevos, leche y azúcar), el arroz con leche, los alfajores, las masitas y la famosa mazamorra, que vendedores ambulantes ofrecían por las calles.

La vajilla se reducía a unos pocos platos de madera, estaño o loza, unos candelabros de bronce, el asador, el mortero, la caldera y el infaltable mate.

Los Esclavos

La presencia de esclavos definía en buena medida el perfil de una sociedad urbana que dependía de la utilización de esta fuerza de trabajo para un sinnúmero de actividades. Eran principalmente la mano de obra empleada en la construcción y en el trabajo en las casas de familia. La posición social de una familia en la Buenos Aires de la época, se podía medir basándose en la cantidad de esclavos que disponía en su casa.

La Revolución de Mayo no trajo cambios significativos para los esclavos, pero igualmente la apoyaron.

Con el correr de los años, en cierta forma se verían recompensados por la Asamblea del año XIII, que concedió la “libertad de vientres” .

Referencias:

Wikisource (El Correo de Comercio)

Instituto de Historia de la Medicina, Facultad de Medicina (UBA)

Garagablia, Juan Carlos - Fradkin, Raúl, Hombres y mujeres de la colonia, Editorial Sudamericana.






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