En la actualidad, más de la mitad de los
argentinos tiene exceso de peso y muchas veces, la necesidad de adelgazar lleva
a las personas a buscar tratamientos mágicos, o a creer que es necesario hacer
sacrificios mediante dietas extremas o a consumir alimentos light, con la falsa
creencia de que éstos no aportan calorías.
Por eso, desde la cartera sanitaria
nacional, se elaboró una serie de 8 mitos y verdades de una adecuada
alimentación para lograr un peso saludable y evitar enfermedades como diabetes,
hipertensión y afecciones cardiovasculares, entre otras.
Mito 1: “Puedo comer alimentos light
libremente y no engordar”
Respuesta: Es importante aclarar que un
producto light es aquel que ha sido reducido en al menos un 25% en el contenido
de calorías o en algún nutriente (carbohidratos, grasas totales, grasas saturadas, colesterol y sodio).
El hecho de que un alimento sea “light” no
significa necesariamente que sea reducido en calorías. Por ejemplo, el dulce de
leche light ha sido reducido en grasas pero tiene el mismo aporte de calorías
debido a que posee un mayor porcentaje de hidratos de carbono. Por eso, es
necesario que en el rótulo se especifique si está reducido en calorías o en
algún nutriente y cuál es el porcentaje de reducción.
Mito 2: “Para bajar de peso es necesario
eliminar el pan y las pastas”
Respuesta: Este mito surgió a partir de la
creencia popular de que los hidratos de carbono engordan y que los tenemos que
suprimir si queremos bajar de peso.
Los hidratos de carbono son la principal
fuente de energía y, al restringirlos, podemos sentir cansancio, fatiga,
irritabilidad y menor resistencia cuando se realiza actividad física. Por eso,
lo importante es controlar el tamaño de las porciones.
Mito 3: “Para bajar de peso no tengo que
mezclar carne con papas o pastas”
Respuesta: Esta es una afirmación que
carece de evidencia científica, ya que el aparato digestivo cuenta con enzimas
capaces de digerir al mismo tiempo los hidratos de carbono y las proteínas y,
por otra parte, al combinar estos nutrientes, la comida brinda mayor saciedad.
Mito 4: “Para bajar de peso tengo que
abandonar todos los dulces”
Respuesta: Los alimentos, además de
nutrientes, nos brindan placer, por lo tanto, no es recomendable eliminarlos
completamente. Se pueden consumir productos dulces siempre y cuando sean en la
porción justa y, para lograrlo, se deben seleccionar aquellos que se venden por
unidad.
Mito 5: “Tengo que comenzar la dieta el lunes”
Respuesta: Esta es la clásica frase con la
que postergamos la acción, dejando para después algo que podríamos comenzar
hoy. Muchas personas que quieren bajar de peso comienzan la dieta el lunes a la
mañana y la terminan a la noche. Un
desafío que nos podemos plantear es tomar la decisión de cuidarnos a partir de
la próxima comida. No es necesario empezarla un lunes.
Mito 6: “Si quiero bajar de peso tengo que
pasar hambre”
Respuesta: Seguir dietas muy bajas en
calorías, como las que están de moda, no se puede sostener en el tiempo, por lo
que llevan a recuperar el peso perdido. Además, el gasto energético disminuye
y el metabolismo de las personas se hace
más lento.
Además, estas dietas tienen como objetivo
el adelgazamiento rápido, que lleva a la persona a perder más músculo que
grasa.
Mito 7: “Comer sólo frutas durante el día
es una buena alternativa para bajar de peso”
Respuesta: Ningún plan basado en un solo
grupo de alimentos puede tener éxito. La alimentación debe ser variada y
completa. Para eso, es necesario consumir frutas, verduras, carnes y legumbres
en proporciones equilibradas. Una dieta exclusiva en frutas, como por ejemplo
la dieta de la manzana, debilita al organismo y provoca el efecto contrario al
deseado una vez que se la deja de consumir.
Mito 8: “No debo cenar porque engorda”
Esto no es así, ya que el motivo que
realmente provoca un aumento de peso es consumir mayor cantidad de calorías que
las que se gastan a lo largo de todo el día, y nada tiene que ver con el
momento del día en que se come. Por eso, es importante no saltear ninguna
comida, ya que esto disminuye el metabolismo –el organismo quemará menos
calorías–, y hace que la persona llegue a la siguiente
comida con mucha más
hambre.