La lactancia materna y el cuidado de la
alimentación de los niños menores de 2 años, es importante para que se
transformen en adultos saludables. Pero lo que come la mamá durante la
gestación y los nutrientes que recibe un bebé mientras está en el útero son tan –o más– importantes que la etapa que comienza luego del parto. Es que en
términos de nutrición, los primeros 1.000 días de vida de una persona –que
incluyen la concepción y los dos años posteriores al nacimiento– son los que
determinarán cómo será su salud en los siguientes 80 años.
A estas conclusiones llegaron durante el
simposio "Nutrición en los 1.000 días críticos: ¿qué sabemos, qué hay que
revisar?", que se realizó el 23 de octubre pasado y fue organizado por el
Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación.
En la Argentina, donde hay una mala práctica de
lactancia materna (a los seis meses, el 30% de los bebés ya no es amamantado) y
una pobre introducción de los alimentos complementarios a partir del sexto mes,
la presencia de anemia es del 30% en los menores de 2 años.
Entre los niños que abandonan la lactancia y se
alimentan con leche de vaca es común el exceso de calorías en su dieta, así
como también la sobrecarga renal de proteínas y de sodio y, a la vez, es común
el déficit de hierro, de calcio, vitaminas A, C y ácidos grasos esenciales.
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